Comerse el viento concedido tras esta calle negra,
levantar la vista arriba, arriba...
y abservar un vuelo de palomas.
Conducir errado de caminos,
centelleando mis pupilas,
sobrevuelo esta ciudad derruida.
Qué si una farola me enseña su risa,
devolverle, el cambio,
y la propina.
Nadar entre luces y
también sombras,
volver a construirse,
volver a componerse,
espero tus ojos,
tu mirada de vidrio,
reflejándose
en los míos.