lunes, 9 de enero de 2012

Lanzo dardos envenenados a tu piel de ballena.
Que se quiebran,
se diluyen en el humo gris de un cigarrillo.

Nada retorna, si un día mostró brillo
y sincronicidad .
Si un día mostró signo de acoplo.

Mi osadía que apenas subyacía
se pierde en la enormidad de esta ciudad nerviosa.

Veo tus pupilas verdes, en cada calle, en un abrigo de rebajas,
hoy el día se viste de ordinariez.
Y medio aturdido por un química inútil,
sigo hundiéndome,
en los viejos libros,
las viejas películas
en un dibujo tuyo mal colocado
en mi habitación,
y tengo presente,
lo que no vuelve,
y pasa a ser, amargo...