lunes, 30 de enero de 2012

El frío martillea con fuerza las sienes.
Haces ademán de no saber dónde poner las manos,
De tu boca sale vaho,
no es oportuno encenderse un cigarro,
por eso, de qué ya no te sientes las manos,

la ciudad se despierta de un sueño largo.
Tras la ventana todo parece, estar en orden.
Las aceras, los edificios sentados, cansados,
mirando al cielo.
Los árboles desnudos...
El frío te conduce a un extraño
estado de embriaguez.