martes, 8 de noviembre de 2011

La espera se hace eterna.
El andén del metro está atiborrado de muertos rezando con sus iphones,
sus blackberry's...
yo observo.
El calor no se corresponde con la temperatura exterior.
Miro al suelo y me quedo embobado con un trozo de donut refregado,
parece, una mierda.A veces lo mas fútil puede resultar excitante.
La gente, bueno, el monumental gentío me está provocando un leve estado
de ansiedad que va creciendo.
Subo a toda hóstia mi reproductor de música.
Una árabe me mira detenidamente. Sus ojos buscan los míos.
Los míos huyen los suyos.
¿Qué miras? Me pregunto.
El tren, cómo unas cajas de cerillas unidas con un cordel, ulula
por las entrañas de la ciudad.
Me bajo en Liceo.
Por fin yo, mi horda de zombies de papel,
vemos la luz,
de la calle.